Sidney, tan lejos de casa
Sidney, un destino tan lejano, tantas horas de viaje y esa experiencia de sentir jet-lag a veces resultan ser encantadoras cuando los ojos no alcanzan para ver algo tan genial.
Sidney, un destino tan lejano, tantas horas de viaje y esa experiencia de sentir jet-lag a veces resultan ser encantadoras cuando los ojos no alcanzan para ver algo tan genial.
Si no querés marearte y ver lo principal de un lugar, te recomiendo que contrates eso enormes buses que te pasean por los puntos más importantes a conocer.
Vivimos en una parte del mundo en la que no estamos a edificios muy altos. Los llamados rascacielos habitan en Sidney y se localizan en las zonas financieras o bien en el Downtown. Los edificios más altos alcanzan unos 300 metros.
Hay un lugar que me encantaría poder subir pero de solo pensarlo me genera vértigo: cuentan que en la Torre de Sidney yace un restaurant giratorio desde el cual podrás apreciar la ciudad por tan sólo 305 metros de altura. ¡Mmmm, me da cierto miedo! Será cuestión de animarme...
La capital australiana cuenta con un monumento importantísimo para su cultura, es el Puente de la Bahía. Allí, miles de turistas se embarcan en la aventura de escalarlo munidos con un equipo especial de comunicación y por supuesto, arneses que te mantienen atado al puente mientras observás la Opera. los autos... ¡Ay, otra vez el vértigo! Yo los invito, ustedes haganló por mi y después me cuentan qué tal les fue.
Photo by Jingda Chen / Unsplash
Salimos un poco de las alturas y ahora mi recomendación los lleva a las bellas aguas de la bahía de Sidney zaprando con un crucero de renombre para ver lo que las alturas mostraron en miniatura. La voz popular de Australia cuenta que el mar de ese país supo recibir entre sus aguas a grandes personalidades del quehacer mundial.
La lengua oficial es el inglés pero, ojo que a mi me costó mucho entender a los australianos porque hablan cuan película de cowboys.
¡Disfruten!