Cuando el dinero (en el bolsillo) es proporcional al conocimiento (en el cerebro)
México viene mejorando la brecha en el acceso al conocimiento entre alumnos ricos y pobres, pero mantiene estándares preocupantes como sucede en gran parte de Améria Latina.
Tomamos el caso de México pero bien podríamos trasladar el ejemplo a otros países.
Según el informe educativo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la condición económica de los alumnos define el nivel académico.
Así de sencillo; así de preocupante.
Según las pruebas PISA, alrededor del 11 por ciento de la variación en los resultados en ciencias en 2015 es atribuible a una diferencia de recursos de las familias de los estudiantes.
La misma tendencia se observa en matemáticas y lectura.
En resumen: la diferencia en resultados académicos entre alumnos pudientes y desfavorecidos equivale a dos años de escolaridad.
Esta brecha, sin embargo, se viene reduciendo.
En 2006, en México la variación de resultados en ciencias de acuerdo al nivel socioeconómico de los alumnos era del 17 por ciento, con lo cual el país está mejorando.
Esta mejora también es compartida por Chile y Estados Unidos, que también vienen de diferencias importantes en el acceso al conocimiento, de acuerdo al dinero que cada familia tiene.
Como decíamos, el caso de México es apenas un espejo para mirarnos, por ejemplo, desde la Argentina.
Nuestro país viene de un derrotero preocupante en las pruebas PISA, con escándalos como el de 2016 cuando OCDE decidió excluir a nuestro país por falta de voluntad política del kirchnerismo con la evaluación de los alumnos en ciencia, lectura y matemáticas.
La pregunta que nos queda es sobre el rol de dinero en América Latina no solamente a la hora de comprar bienes o servicios.
Estamos hablando de la educación, tamizada por la condición socioeconómica.
Algo que en la Argentina logró contrarrestarse con educación pública y gratuita por impulso de dirigentes pioneros como Domingo Sarmiento e hitos históricos como la Reforma Universitaria de 1918.
Otros países, como en el caso de México, no gozaron de semejantes políticas progresistas y, sin embargo, el paso de las décadas en el siglo XX y XXI les permitió alcanzar y superar a nuestro país en materia de educación.