La rara (e ¿inevitable?) confluencia de la soledad y la tecnología
Tanta modernidad en pos de la interconexión ilimitada entre seres humanos parece no evitar un extraño fenómeno: el de la soledad rodeado de gente.
Tanta modernidad en pos de la interconexión ilimitada entre seres humanos parece no evitar un extraño fenómeno: el de la soledad rodeado de gente.
Algo que se observa cotidianamente en las redes sociales y que en el mundo íntimo de millones de personas se transforma en una angustia existencial.
Sin embargo, la tecnología sale al auxilio de estas almas solitarias mediante prácticas novedosas y no menos polémicas.
Según señala el diario El Mundo de España, numerosas organizaciones vienen alertando sobre los riesgos éticos del asunto.
Advierten que el uso de los robots sexuales traspasa una frontera nunca antes abordadas.
La Fundación para la Responsabilidad Robótica (FRR), por caso, remarca que "se alteran las reglas del consentimiento sexual, y en segundo lugar, se profundiza la idea de la mujer objeto".
Mientras tanto, las experiencias sexuales con robots empiezan a ser un negocio de escala en varios países.
En Ginebra, el local Fellatio Café permite a sus comensales pedir un cortado o un expreso con el plus de sexo oral practicado por robots.
Los clientes pagan hasta 60 francos suizos (poco más de 2.000 pesos argentinos) por una taza y 10 minutos de placer sexual.
En paralelo, dentro de la industria del sexo tecnológico la cuestión ya es más que un buen negocio.
La firma True Companion sostiene que la práctica con androides "ayuda a que los deseos y fantasías sexuales de sus dueños cobren vida y solucionen también las necesidades sociales".
La empresa comercializar robots sexuales como Roxxxy: mide 1,70, pesa 55 kilos y está disponible con variantes y precios nada baratos que están en el orden de los 10.000 dólares (unos 400.000 pesos argentinos).
Un debate legal
La cuestión del sexo con robots no queda en un simple debate ético.
La organización de la Campaña contra los Robots Sexuales realizó un reclamo ante el Parlamento Europeo.
Mediante una carta pública, la entidad alertó sobre los peligros de la normalización de las muñecas y los robots sexuales.
Para la Campaña contra los Robots Sexuales "estos productos promueven la cultura de objetivación del cuerpo femenino. Además el uso de los mismos no ayuda a las personas a desarrollar sus propias habilidades".
El tema parece de ciencia ficción pero ya tiene su calado importante en nuestro presente.
La práctica del sexo hedonista frente a una pantalla con imágenes pornográficas seguramente es el paso previo a estas nuevas prácticas sexuales.
En un mundo cada vez más conectado y a la vez solitario no es extraño que este fenómeno del sexo robotizado se vuelva más y más popular, especialmente ante un recurrente temor que envuelve a muchas personas que ven en el vínculo amoroso con otro u otra un riesgo para su propia persona.