"La forma de mirar la niñez está cambiando"
Hospital, consultorio, docencia y aprendizaje permanente: el bagaje de una médica pediatra que trabaja a diario para impulsar el cambio cultural que los niños merecen.
“Somos la primera generación en la historia que reniega de su pasado y abre un nuevo camino mirando a la infancia como lo que realmente es: la semilla del futuro”, dice Lucrecia Parreño.
Ella es médica pediatra y completó su formación como "felow" en pediatría ambulatoria, consultora de porteo ergonómico, puericultora, doula natal y alimentación saludable. Su foco está puesto en adquirir conocimientos para construir infancias felices y acompañar a los padres en la crianza de sus hijos. Da clases en la UBA y ACADP, convencida de que la docencia permite compartir un lenguaje común para ser promotores, dentro de las instituciones de salud, del cambio cultural que los niños merecen.
Los invito a conocerla ya reflexionar juntos sobre la infancia, período clave en la vida de todas las personas.
Además de pediatra, sos doula y puericultura, ¿cómo integrás esas visiones y prácticas a tu día a día como médica pediatra?
Todas estas formaciones por fuera de la Facultad de Medicina me permiten tener una visión mucho más empática hacia la infancia para poder entender las necesidades básicas de nuestra especie y acompañar a las familias desde ese lugar.
La doula es la mujer que acompaña a otra mujer durante el embarazo y durante el parto. La consultora en porteo asesora en cómo portear a nuestros bebés muy cerquita del cuerpo cuando son muy chiquitos, respetando esta necesidad de contacto que tienen en sus primeros años de vida.
Este aprendizaje me ha llevado a tener una mirada más amplia de lo que necesitan los niños y me permite estar cerca de las familias para acompañarlas en esta nueva forma de criar.
¿Podemos decir que estamos en un nuevo contexto donde las infancias cambiaron?
La niñez es un período fundamental donde se construye la emocionalidad, lo biológico y donde se sientan las bases para la construcción de la salud. En pediatría usamos el término de los primeros 1.000 días que abarca el embarazo y el primer y segundo año de vida. Se trata de un período crítico que funda todo lo que va a venir después.
Lo que cambió es el contexto en el cual las infancias son miradas. Antes los niños no eran sujetos activos de derecho y no eran tenidos en cuenta, hoy esta forma de mirar la niñez está cambiando.
¿Cuándo se produjo ese cambio?
Creo que estamos viviendo un cambio de paradigma donde el que cambia es el adulto que cría y que pone al niño en el lugar que corresponde. Hoy podríamos decir que hay una nueva manera de crianza con una mirada más respetuosa de este período tan importante para la vida de todas las personas.
A los que hacemos perinatología nos hace ruido poner la palabra respeto a la crianza cuando es algo intrínseco. Es algo tan importante lo que sucede en esta etapa que es el respeto el que debe decantar pero justamente por la historia de los que atravesaron las infancias en diferentes contextos y culturas y cómo ha mirado la sociedad la infancia es que tenemos que decir crianza respetuosa, que se trata de poner al niño como sujeto activo de derechos, de preferencias y de emociones para ser tenidos en cuenta.
¿Qué es la crianza respetuosa?
A veces se interpreta erróneamente a la crianza respetuosa como que el niño está en el centro de la escena y el adulto se corre, y en realidad es justamente que todos estemos en el centro de la escena y que podamos construir infancias y también adultos. Hablamos de un respeto bilateral donde el adulto también debe respetar la historia de cómo ha sido criado.
Esta relación padres / madres - hijos debe ser recíproca basada en el respeto y la empatía, sin una mirada niñocéntrica ni adultocéntrica. Los extremos no hacen crecer al niño de una forma sana. Si bien hay una asimetría psíquica y física es el adulto quien guía el camino del niño y lo va acompañando en sus logros de maduración, caminando juntos en esta aventura que es criar.
Los adultos, en este cambio, tenemos que entender que estos niños también son sujetos en los que podemos confiar y aprender, sobre todo si tenemos esta mirada de empatía hacia todo lo que les sucede en su vida.
¿Qué desafíos tienen los padres y madres hoy?
El mayor desafío es con nosotros mismos: aceptar y deconstruirnos. Venimos de crianzas diferentes y hay una transmisión intergeneracional en la crianza. La forma en que hemos sidos criados conversa con nuestros genes, hay un cambio epigenético donde el ambiente puede modificarnos.
¡Cuántas veces nos encontramos haciendo cosas que no nos gustaban cuando éramos niños! Repetimos patrones que reconocemos que no son buenos. Tomar esta mirada nueva con un rol de reciprocidad es el desafío.
Los adultos estamos frente a un gran desafío cultural por todo lo que nos propone la sociedad con una tecnología de avanzada donde nuestros niños están inmersos. La sociedad está atrapada en el consumo y la tecnología que vienen a cubrir un vacío que venimos trayendo con crianzas en soledad.
Las costumbres de la vida de la ciudad nos fueron alejando de lo que necesitan los niños, que son miradas, presencia, estar ahí y acompañar y no tanto lo que sustituye eso. A veces pensamos que nuestros hijos necesitan "cosas" pero lo que en realidad necesitan es nuestro acompañamiento, una forma de criar acompasada con una mirada puesta en sus necesidades reales y no tanto en el exterior.
La crianza adultocéntrica nos llevó hacia culturas de control, exigencia, autoritarismo y competencia. La deconstrucción del adulto surge para construir personas más conectadas con sus intereses, su individualidad, conectar con el cuerpo y la naturaleza. Tenemos mucho por cambiar y en este nuevo contexto, la legislación debe acompañar este cambio con licencias más extendidas para que los padres estemos más presentes, fundamentalmente en esos primeros 1.000 días. Necesitamos leyes más amorosas para con los niños y sus madres y padres.
¿Qué necesitan los niños para crecer más conectados con las emociones?
La emocionalidad se funda desde que el bebé está en la panza. Cómo esa mamá transcurre el embarazo y cómo es el momento del nacimiento impacta en la vida de ese bebé. Hay muchos profesionales de la salud que estamos trabajando en perinatología para que pueda cambiar la bienvenida al mundo que debe ser muy íntima, cálida y de mucho contacto del hábitat del recién nacido que es su mamá. Esto deja una impresión de conexión con nuestro cuerpo y nuestras emociones que se va a seguir consolidando en la primera infancia con estas necesidades básicas de contacto, de alimentación y de amor. Y va a tener un impacto directo en cómo el niño se relaciona consigo mismo, con su cuerpo y con el medio ambiente.
La forma de nacer y el contacto tiene que ver con una hormona que se llama oxitocina que se desencadena con el primer contacto materno que se sabe que es la hormona de la socialización o de la empatía. Cómo es recibido el niño va a impactar en su respuesta hacia el ambiente y va a construir las bases de su emocionalidad.
¿La clave en la crianza es hacerlo en comunidad?
Maternar y poder criar hijos necesita a la tribu. Se dice que criar en soledad es como una mesa con tres patas, por algún lado se cae. Las madres y padres necesitamos comunidad para poder criar. En los jardines y colegios, las comunidades de mamás cumplen esa función de criar mirando a un “otro” y no hacerlo en soledad. Entre todos podemos construir infancias libres, felices, conectadas y así crear un futuro y una sociedad mejor.