Una sociedad oscurecida ante el apagón
Confieso que esta nota pretendía hacer un análisis de los que habitualmente hacemos con Scidata sobre el impacto de temas de actualidad en las redes sociales.
Pero algo pasó durante el desarrollo de una nota que pretendía medir el comportamiento de los argentinos como consecuencia del apagón más grave de la historia del país.
Apenas empezamos compilar los primeros datos, surgieron estos mensajes, los de más influencia a lo largo de un día que puso en vilo a la seguridad nacional del país.
El de más impacto fue una humorada del club Sacachispas, recogida por el diario Olé:
El segundo de más influencia, también del diario Olé, fue de River Plate:
Y la tercera mención más influyente de entre todos los usuarios argentinos fue la réplica de un chiste sobre Sergio Massa, en la cuenta del periodista Eduardo Feinmann:
Explicación oficial sobre el mega apagón: Parece que estaban los 2 tecnicos de Edenor conectando los cables maestros y uno le pregunto al otro donde iba la masa??
— Eduardo Feinmann (@edufeiok) 16 de junio de 2019
El otro le dijo que Massa va con cualquiera!!
Ahi nomas volo todo al carajo!!!
El resto de las menciones, bastante relegadas en influencia, sí fueron de corte informativo.
Así se ve en el listado completo elaborado por Scidata Argentina:
Lejos de querer hacer una crítica sobre lo que debe o no debe decirse en una red social, tanto desde la labor periodística como desde el fuero personal, estas tres publicaciones digitales (emitidas poco después de las 11 de la mañana, cuando todavía el país estaba en vilo ante el fenómeno inédito) nos dejan un poderoso mensaje sobre nuestra condición argentina.
Las redes sociales constituyen un lugar que explica el comportamiento de una sociedad; en ellas se piensa en voz alta y se habla casi sin darnos cuenta del juicio colectivo.
Son, sin dudas, una suerte de espacio de sinceridad pública desde donde se envían mensajes de todo tipo, desde los más velados a los más prístinos.
Creo que hoy los argentinos, dándonos cuenta o no, nos paramos en un lugar de la banalización del apagón más grave de la historia del país.
Quedamos desnudos ante un espejo que nos devuelve la imagen de una conciencia nacional desgarrada, harapienta y miserable.
Trivializar el hecho de haber quedado a oscuras, ante la incertidumbre popular y la desidia gubernamental para explicar rápidamente lo que estaba sucediendo, nos muestra qué nos pasa por la cabeza y el corazón.
Casi como si las luces que hoy se apagaron permitieron dejar ver nuestras propias sombras de una sociedad cuya responsabilidad colectiva pareciera desmembrarse sin más.
No matemos al mensajero; preguntémonos por quienes reciben el mensaje y hacen de él un hecho válido aunque atente contra el más mínimo respeto que se merecían millones de argentinos.
Ellos son los comerciantes que abrieron su negocio con el anhelo de hacerse de los pesos que le faltan para llegar a fin de mes; jubilados atrapados en sus viviendas con los ascensores paralizados; bebés recién nacidos y pacientes que debieron ser mudados de salas de internación de hospitales; electrodependentes cuyas vidas penden de un hilo de luz para garantizar su supervivencia...
Hoy en la Argentina se apagó algo más que la luz; la dignidad y la solidaridad también empezaron a mostrar su peor destello mortecino.