El mundo perdido de la Antártida bajo toneladas de hielo.

Actualmente, la Antártida es un entorno hostil para la vida, ya que solo unas pocas especies pueden sobrevivir allí y el ser humano no es naturalmente una de ellas.

Parece que sus bases son futuristas y buscan descubrir más sobre nuestro planeta o partículas cósmicas. Un grupo de investigadores ha hallado que posiblemente los ríos afectaron la superficie de la Antártida durante el Eoceno.

Bajo la capa de hielo de la Antártida Occidental, un equipo de geólogos encontró un sistema fluvial antiguo. Se estima que este río, que mide alrededor de 1.600 kilómetros de longitud, tiene una edad de entre 34 y 44 millones de años.

Un reciente realizado por científicos de distintas instituciones de Alemania, Irlanda y Reino Unido, revela una imagen que no nos imaginábamos de la Antártida durante el Eoceno, hace entre 44 y 34 millones de años.

En aquella época parece que distaba mucho de ser el continente helado que conocemos hoy, la Antártida Occidental albergaba un vasto sistema fluvial que se extendía por más de 1500 kilómetros, desde las Montañas Transantárticas hasta el Mar de Amundsen. De esta manera, estamos ante un giro inesperado de los acontecimientos, o al menos de lo que el común de las personas se imaginan sobre la Antártida.

En el estudio publicado en la revista Science Advances, investigadores de la Universidad de Bremen, el Instituto Alfred Wegener, el Centro Helmholtz de Investigación Polar y Marina en Alemania y universidades e institutos de investigación alemanes, británicos, irlandeses y suecos han descubierto el sistema fluvial más grande del continente blanco.

Johann Klages, investigador sedimentólogo del Instituto Alfred Wegener de Alemania y coautor del estudio, indicó que este descubrimiento es un gran avance para entender las variaciones climáticas extremas de la historia de la Tierra.

Explicó que estudiar estos períodos puede ofrecer información valiosa sobre las secuelas del calentamiento global:

“Si pensamos en un cambio climático potencialmente severo en el futuro, debemos aprender de los períodos de la historia de la Tierra en los que esto ya sucedió”.

En 2017, el equipo de Klages participó en una expedición a bordo del buque de investigación Polarstern. Para extraer sedimentos, partieron desde el extremo sur de Chile hacia la Antártida Occidental utilizando equipos de perforación sofisticados.

La investigación reveló capas de dos épocas diferentes: la más baja se remonta a hace 85 millones de años (Cretácico medio) y la más alta se remonta a hace 30 a 40 millones de años (Eoceno medio a tardío).

El análisis más detallado de los sedimentos del Eoceno reveló un patrón estratificado típico de un delta fluvial, similar al patrón del río Mississippi en Norteamérica. La presencia de biomarcadores de cianobacterias de agua dulce en estos sedimentos respaldó la idea de un antiguo río que recorrió el continente antártico.

El equipo utilizó técnicas de sonar y un radar de penetración de hielo para mapear la topografía del paisaje oculto. Descubrieron una pequeña isla enterrada a casi dos kilómetros bajo la superficie con bloques de tierra separados por valles en forma de U.

Los investigadores afirmaron que la Antártida no siempre fue una masa de tierra aislada cubierta de hielo, ya que hace aproximadamente 34 millones de años no había hielo y el clima era templado. Hasta hace aproximadamente 100 millones de años, era el núcleo del supercontinente Gondwana. La Antártida se convirtió en un continente independiente después de la desintegración de Gondwana.

Hace entre 34 y 44 millones de años, durante el Eoceno medio, la atmósfera terrestre tenía niveles de dióxido de carbono casi el doble de los actuales. Esto es comparable a las predicciones para los próximos 150 a 200 años si los niveles de gases de efecto invernadero continúan aumentando. Posteriormente, al final del Eoceno, el enfriamiento global provocó la formación de glaciares.

Durante una expedición del rompehielos de investigación Polarstern, el equipo examinó muestras de sedimentos que obtuvieron del mar de Amundsen frente a la costa de la Antártida occidental. Según sus investigaciones, la mayoría de los minerales y fragmentos de roca presentes en estas muestras no provienen de la Antártida Occidental, sino de las Montañas Transantárticas, que se encuentran a millas de kilómetros de distancia en el borde de la Antártida Oriental.

Desde finales del Eoceno, esta cadena montañosa se ha ido elevando como el escarpado hombro de una grieta continental, el Sistema del Rift Antártico Occidental. Hoy en día, este Sistema divide la Antártida en dos masas de tierra: la Antártida Oriental y Occidental.

Desde entonces, la elevación y la erosión de las Montañas Transantárticas han producido grandes cantidades de restos de erosión. El río recién descubierto los transportó a lo largo de más de 1.500 kilómetros a través del Sistema de Rift de la Antártida Occidental hasta lo que hoy es el mar de Amundsen y los depositó allí en un delta del río pantanoso. El río Grande en el Rift del Río Grande y el Rin en el Alto Rin Graben son ejemplos modernos de grandes sistemas fluviales en entornos geológicos similares.

La presencia de un sistema fluvial transcontinental de este tipo demuestra que, a diferencia de lo que sucede actualmente, gran parte de la Antártida occidental debió estar ubicada sobre el nivel del mar como extensas y planas llanuras costeras. A finales del Eoceno, la Antártida occidental todavía estaba libre de hielo debido a la baja topografía, mientras que la Antártida oriental ya comenzaba a glaciarse.

Este descubrimiento no solo revela la historia geológica de la Tierra, sino que también brinda información esencial para predecir cómo la capa de hielo de la Antártida Oriental podría reaccionar en el futuro al aumento de los niveles de CO2.

Fuentes:

Perfil, La Vanguardia, Noticias alto Impacto, DW Documental.