El honor en la Copa Argentina
El fútbol argentino es de los más parejos del mundo. Los cracks que surgen a cada año emigran al poco tiempo. Con la partida de estos jugadores el desequilibrio individual es menor al que hemos estado acostumbrados en otra época.
A esto se le suma el trabajo en inferiores que no está abocado a formar jugadores, sino a conseguir resultados desde que tienen 13 o 14 años. Los jugadores se desarrollan en un ambiente de presión, donde no les estimulan la técnica con la pelota. La exigencia de ganar los invade no pueden jugar con soltura. Así** el resultado se posiciona por sobre la formación de los juveniles**.
Este combo explosivo, sumado a otros inconvenientes que sufre nuestro fútbol, lleva a que no se vean grandes goleadas. Cualquiera le puede ganar a cualquiera, es una frase repetida y trillada, pero tiene ejemplos de sobra en Argentina que demuestran esa realidad.
Cuando un equipo está ganando por 3 ó 4 goles, está instalado en el ambiente que el ganador debe sacar el pie del acelerador. Por un lado es para no perjudicar al equipo que está perdiendo. Por el otro es una manera de no cancherear, de no sobrar la situación. Es un código entre colegas.
El azar quiso que este último fin de semana, en los 32 avos de final de la Copa Argentina, haya dos goleadas poco habituales para nuestro fútbol. River ganó por 7-0 ante Central Norte e Independiente le hizo 8 a Central Ballester.
Al finalizar el partido, los jugadores y entrenadores de los dos grandes manifestaron la seriedad con la que tomaron el encuentro. Destacaron que no quisieron sobrar al rival en ningún momento, que son partidos importantes para trabajar el funcionamiento del equipo, mantener el ritmo constante durante los 90 minutos y otros agregados. Los rivales, por su parte, no se sintieron sobrados por sus colegas. O al menos así lo manifestaron dentro del campo de juego, sin pegar ninguna patada para lastimar la integridad física del contrincante.
Los 32avos de la Copa Argentina nos demuestran que hay maneras de golear y ser un caballero. Honradez, trabajo y seriedad es lo que necesita el fútbol argentino para salir adelante. Tanto de los que ganan, como de los que pierden