¿Cómo rellenar la grieta?

Argentina está dividida. Son muchos los factores que proporcionaron “la grieta”. Falta de educación, falta de empatía, medios de comunicación, políticos y demás agregados que hacen una combinación explosiva. No somos un caso aislado en el mundo, ha sucedido a lo largo de la historia y también sucede en la actualidad. Sin embargo, vamos a enfocarnos en nuestro territorio.
Somos pasionales. Lo aprendemos de chiquitos. Está en nuestro adn. Se respira en el aire. Se vive en cada abrazo, cada beso, está presente en cada grito de amor y de odio. La pasión no es motivo suficiente para determinarla como causante de la grieta. Hubo divisiones ha muerte en sociedades en las que la pasión no se demuestra como lo hacemos acá. Pero sí nos podemos agarrar de la pasión para hablar de la unión.
La grieta se generó hace unos años en Argentina. Tal vez siempre estuvo presente. Fue el kichnerismo y anti kirchnerismo, es el macrismo y anti macrismo, un River Boca, Soda o los Redondos, es machismo y feminismo.

En Argentina el fútbol es cultural. Nos enseñan desde chiquitos a ser hinchas de tal o cual club. Siempre vamos a amar nuestros colores, somos incondicionales a nuestros clubes. Crecemos bajo las lógicas de cada institución. Forman personalidades y sabemos que al de enfrente no lo queremos ni un poquito. Los queremos tan poco que aprendimos a odiarlos. Los odiamos porque son todo lo que no queremos ser. Y por ese motivo no tenemos hinchas visitantes en el fútbol argentino.
Si uno va a la cancha todos los fines de semana a ver a su equipo y se sienta en el mismo lugar, tarde o temprano termina hablando con las personas que tiene al lado. Siempre están los mismos. Esas personas que no sabemos cómo se llaman pero que abrazamos para gritar un gol hasta quedar afónico. Primero se habla del club, del fútbol, de la institución. Se entabla una relación, cordial o de amistad. La primer barrera ya la cruzaron: aman los mismos colores y odian a los de enfrente.

La política, por su parte, tiene una historia similar. En cualquier agrupación política ocurre lo mismo. Uno llega a las reuniones, se hace presente, es constante, comparte momentos con personas que -a priori- piensan como uno y desprecian al de enfrente. Porque el de enfrente es un concheto o un negro, un corrupto o un idealista, un zurdo o un facho; y eso es todo lo que no queremos ser.
Con el tiempo se conocen entre sí, hay hinchas de Boca y de River, de Ford y de Chevrolet, pero los une la insignia de ser del mismo partido político. Y así un hincha de River puede abrazarse con un hincha de Boca para cantar en contra de un otro, que no tiene nada que ver con sus clubes de fútbol.

Hoy hay una división más reciente. Reciente en cuanto a la preponderancia social. Siempre estuvo pero hoy tiene nombre y color. El feminismo, de verde. Las mujeres se cansaron de ser tratadas como inferiores a los hombres. Se cansaron y no hay vuelta atrás.
En 2015 asumió legítimamente Mauricio Macri como presidente. Una característica de su gobierno es que no les interesan las demostraciones políticas en las calles; a diferencia del kirchnerismo que quería a la gente manifestándose. Y así, con el correr del tiempo, las manifestaciones de partidos políticos perdieron la entidad que tenían. La gente vio con malos ojos cortar las calles por un reclamo laboral, o social.

El feminismo llegó para tomar esas manifestaciones y hacerse cargo de la batuta. Ni Cámpora, ni Partido Obrero. El feminismo levantó la bandera callejera. Las mujeres, que no pueden salir solas a la calle, salieron todas juntas. Sin importar partidos políticos, ni clubes de fútbol, ni los estratos sociales. Salieron y consiguieron la sanción en diputados para que sea ley el Aborto Legal Seguro y Gratuito. Pudimos ver como luego muchísimas horas de debate se aprobó la media sanción. Y con la aprobación llegó el abrazo de una diputada Pro con el de una K. Como un abrazo de gol entre un facho y un zurdo; o el abrazo entre un flaco con la remera de River y otro con la de Boca para cantar la canción de su banda favorita.

La grieta está. Está en todos lados. Somos responsables de agrandarla y de achicarla. Encontrar los lugares comunes es el primer paso. La pasión debe ser como el arena, la educación el respeto y la tolerancia como la cal. Separados son solo polvo que ensucia cada vez más a la sociedad. Mezclados formarán el cemento que tape la grieta.