Bóveda del fin del mundo, el ADN de esperanza.

Svalbard Global Seed Vault se encuentra en el archipiélago noruego del mismo nombre y protege el patrimonio vegetal del ser humano. Es una bóveda de seguridad con más de 12.000 años de historia y casi un millón de semillas.

La esperanza del planeta tarde en una montaña del Ártico de una isla noruega, a 1.400 km del Polo Norte, un banco de semillas que preserva la diversidad genética de las plantas comestibles de casi todo el mundo. Longyearbyen es la última ciudad al norte del planeta, y se encuentra cerca de la Bóveda de Semillas de Svalbard. En verano, es uno de los lugares más inhóspitos donde las temperaturas no superan los cinco grados centígrados.

El banco de germoplasma universal se encuentra en la bóveda, siendo un almacén de seguridad que protege el 40% de la diversidad alimentaria y mantiene casi un millón de semillas de 5.128 especies de 233 países. Su contenido representa la representación más evidente de los 12.000 años de la historia agrícola de la humanidad.

En esa bóveda se guarda el ADN del planeta. Las variedades de arroz, trigo y cebada tienen la mayor cantidad de semillas almacenadas. La diversidad es impresionante, con más de 150.000 muestras de trigo y arroz y alrededor de 80.000 de cebada. Entre otras cosas, hay alrededor de 50.000 variedades de sorgo, 40.000 especies de frijol Phaseolus, cerca de 35.000 de maíz y alrededor de 25.000 de soja. En Svalbard no se guardan semillas artificiales como las que las grandes empresas patentan y venden.

El búnker.

La bóveda es un tipo de búnker que se construye para resistir el paso del tiempo y los desastres naturales o artificiales. Las instalaciones están construidas sobre una enorme estructura de hormigón destinada a ser un "almacén seguro". Aunque inicialmente se consideró la utilización de las instalaciones de la mina de carbón de Longyearbyen, se optó por no hacerlo debido a la amenaza de gases de hidrocarburos para la seguridad de la iniciativa.

Sin embargo, la ubicación elegida fue la ladera de una montaña permafrost sólida y virgen en la isla de Spitsbergen en el archipiélago de Svalbard, a mitad de camino entre Noruega y el Polo Norte. Es una fortaleza impenetrable y antisísmica contra la radiación y la actividad volcánica, y se enfriará adicionalmente para reducir la temperatura a -18 °C. En caso de un colapso energético, el útero de la montaña congelada solo protegería las semillas con una temperatura ambiente de 5 °C.

La seguridad y el mantenimiento se controlan de manera remota y solo los trabajadores circulan. No reciben visitantes. Sin embargo, los visitantes frecuentemente acuden al portal rectangular de la entrada para tomarse una selfie con Perpetual Repercussion, la obra de arte del ingreso que se ha convertido en un ícono mundial.

La obra de la artista noruega Dyveke Sanne juega con las luces árticas mediante la combinación de acero inoxidable, espejos y prismas cortados en triángulos de diferentes tamaños. El objetivo es reflejar el sol de medianoche en verano y hacer lo propio en la noche polar, con una red de fibra óptica que emite luces y azul turquesa que brillan en los espejos.

Copias de seguridad.

La memoria vegetal de la humanidad descansa dentro de la bóveda, debajo de capas de roca de aproximadamente 60 metros de espesor y a una profundidad de 150 metros. El material genético se clasifica en estantes desplegados en tres cámaras de refrigeración. Alrededor de 1,5 millones de muestras de semillas se pueden almacenar en cada sala. En total, la bóveda puede alojar a 4,5 millones.

Se trata de un depósito de duplicados de todas las variedades de semillas distintivas que han mantenido bancos de genes, institutos de investigación y organizaciones no gubernamentales nacionales, regionales e internacionales. El banco de Svalbard mantiene el material en un estado de "caja negra", lo que significa que las muestras son propiedad del país o de los bancos de genes que las enviaron, y es imposible copiar las semillas debido a que solo sus propietarios tienen acceso a ellas.

Cary Fowler, quien fundó Svalbard Global Seed Vault, habla en varias entrevistas publicadas en la prensa internacional sobre la bóveda como un arca vegetal de Noé que guarda la mayor colección de semillas, un tesoro de información genética esencial para la seguridad alimentaria y la agricultura sostenible. en el mundo.

Fowler y otros especialistas comenzaron a concebir la bóveda a fines de los años 90, con esa intención, a pesar de que el debate sobre la necesidad de una instalación de almacenamiento de seguridad global que protegiera los duplicados de semillas había comenzado diez años antes. La idea se desarrolló en pruebas que el cambio climático, las enfermedades, los desastres naturales, la escasez de recursos hídricos o las guerras podrían amenazar la diversidad de los cultivos alimentarios en el mundo.

En realidad, los datos actuales que ilustran el panorama son convincentes. Por ejemplo, se prevé que las altas temperaturas y el suelo desgastado por los monocultivos reducirán el rendimiento de los cultivos en los próximos 20 años. Es probable que en tres décadas se sumen dos mil millones de personas.

La información es importante si consideramos que actualmente 821 millones de personas se encuentran en peligro de seguridad alimentaria. Esto significa que el 10% de los 7.500 millones de personas en el mundo no tiene acceso regular a un plato de comida. En el comienzo de este siglo, el gobierno noruego, el Fondo Mundial para la Diversidad de Cultivos y el Banco Genético Nórdico respaldaron la creación de una estructura para proteger una copia segura del tesoro alimenticio mundial, basándose en estos y otros datos.

Noruega pagó los nueve millones de euros que costó la obra y hoy continúa gestionando el banco junto con la fundación internacional Crop Trust, apoyada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Centro Nórdico de Recursos Genéticos ( NordGen), con altos estándares de confiabilidad para la custodia de material sensible como las semillas. Fue puesta en marcha en febrero de 2008.

Semillas argentinas.

La bóveda funciona de manera similar a las cajas de seguridad de un banco: nadie más que el propietario puede acceder al material. Aunque se encuentran muestras de 233 naciones, esto no implica que 233 gobiernos hayan invertido su herencia vegetal en dichos países. Es decir, los bancos de semillas en todo el mundo suelen proteger también especies de otras regiones.

Argentina es uno de esos casos: aunque no ha enviado sus muestras al banco noruego, cuenta con 304 especies depositadas por bancos de semillas de otros Estados y están bajo su custodia. Åsmund Asdal, el coordinador de operaciones de Svalbard Global Seed Vault, informó.

"Hasta el momento, ningún banco de genes o instituto de Argentina ha depositado semillas. Sin embargo, como la mayoría de los bancos de genes tienen semillas originarias de muchos países, hay 5.675 muestras recolectadas inicialmente de Argentina en la Bóveda de Semillas. En total, 27 bancos de genes han depositado material de Argentina. Son 304 especies diferentes", detalló Asdal.

Preservación a largo plazo.

La logística del depósito de semillas es necesaria desde que salen de destino hasta que llegan a la bóveda. La mayoría de las muestras son transportadas en avión, aunque algunas son transportadas por mar. A su llegada, se guardan en bolsas de aluminio herméticas especiales que se escanean para que puedan ser colocadas en cajas con número y etiqueta en las cámaras heladas.

Åsmund Asdal indicó que las semillas permanecen en la bóveda todo el tiempo que deseen sus dueños. "El gobierno noruego garantiza la conservación a largo plazo", puntualizó. La bóveda es la segunda copia de seguridad, ya que las muestras con genotipos únicos se conservan en los bancos de genes dispersos en el mundo. El valor de Svalbard radica en el respaldo de lo almacenado en caso de que los bancos originales pierdan variedades de especies por fallas técnicas, catástrofes naturales o conflictos humanos.

En Noruega, sostienen que la mejor noticia para la humanidad es que las semillas nunca deben salir de la bóveda; si lo hacen, las catástrofes están cerca. En cambio, cuando una multitud de cultivos vegetales llega a la roca protectora grande, surge una ilusión.

El reclamo de Siria.

Desde su fundación en 2008, el banco de Svalbard solo ha devuelto semillas a sus propietarios una vez, en 2015, después de la guerra en Siria. Durante el conflicto, el banco de semillas del Centro de Investigación Agrícola de los Climas Áridos (Icarda), ubicado en la ciudad de Alepo, fue destruido por completo. Las semillas de los países más secos del mundo estaban depositadas en Icarda. Se utiliza un material genético para descubrir variedades que son resistentes a la falta de agua, lo cual será crucial para los cultivos que se verán afectados por el cambio climático en el futuro.

Los líderes del banco de Alepo solicitaron las semillas a Svalbard para recargar sus reservas, mientras se completa la reconstrucción de las sedes de depósito de material genético en Rabat, Marruecos, y Beirut, Líbano. Una vez duplicadas, las muestras serán enviadas a la bóveda noruega. Existen 1.750 bancos de genes en todo el mundo que mantienen colecciones de más de 7,4 millones de muestras de semillas. El 25-30% de estas semillas son infrecuentes.

Fuentes:

National Geographic España, LA NACIÓN, euronews, Canal 26.