Autoconocimiento: ¿merecemos lo que tenemos?

Nuestra percepción nos permite percibir la realidad, los hechos, los objetos y las circunstancias que nos rodean. Nuestro cerebro interpreta la información externa e interna a través de nuestros sentidos.

El ser humano puede captar información a través de una variedad de percepción, como la olfativa, auditiva, visual, espacial, táctil, gustativa, del dolor, extrasensorial, de movimiento, musical y social.

La percepción es un proceso complejo; percibimos los estímulos en la fase de detección. La información se recibe con mayor rapidez en cuanto mayor sea el estímulo.

Al captar los estímulos, la información se organiza y el cerebro se prepara para concentrarse en ellos. A esta etapa se le llama atención y organización.
Las respuestas sensoriales de cada persona se seleccionan y organizan de acuerdo con sus circunstancias. Finalmente, lo interpretamos, entendemos lo que hemos experimentado y descubrimos qué significa para cada uno de nosotros.

¿Qué es el autoconocimiento personal?

La capacidad de conocerse a uno mismo se denomina autoconocimiento personal. Las personas con autoconocimiento personal poseen la habilidad de comprender y gestionar sus emociones, pensamientos y comportamientos de una forma eficaz. A su vez, son capaces de regular la forma en la que se relacionan con otras personas de forma exitosa a partir del reconocimiento de cómo estas las valoran y de cómo comunicarse satisfactoriamente con ellas.

El autoconocimiento no es un rasgo de personalidad, sino una habilidad que debe entrenarse a lo largo de la vida. Para ello será necesario saber enfrentar nuestros propios conflictos, además de ser capaces de lidiar con los que tenemos con los demás. Este aprendizaje constituye una buena inversión de tiempo, ya que mejorará nuestro bienestar emocional y la calidad de nuestras relaciones sociales. Las personas con autoconocimiento personal no solo se conocen más, sino que también se aceptan como son y, por ello, se quieren más.

Para saber si nos conocemos a nosotros mismos es importante diferenciar entre dos tipos de autoconocimiento: el autoconocimiento personal externo, relacionado con el conocimiento de lo que otros perciben u opinan sobre mí, y el autoconocimiento personal interno, relacionado con mi capacidad de conectar con mi propio mundo interno (emociones, pensamientos, sensaciones físicas y acciones). La suma de ambos tipos configura el autoconocimiento personal.

¿Por qué nos enfocamos en una cosa e ignoramos otras?

Necesidades:

Las cosas que satisfacen una necesidad son las que prestamos mucha más atención. Por ejemplo, si tenemos sed, notaremos y concentraremos nuestra atención en sitios que puedan ofrecernos algo para beber.

Si no tenemos sed, esos lugares seguirán ahí, pero casi no los notaremos porque en ese momento no serán importantes para nosotros o una necesidad a satisfacer.

Todas las necesidades fluyen hacia ella; a medida que aumenta la necesidad, aumenta la atención, pero a medida que se satisfacen las necesidades, la atención disminuye.

Lo mismo se aplica a las personas y/o circunstancias. La necesidad puede hacer que nos centremos en algunas señales e ignoremos otras que, aunque existan, pasarán inadvertidas.

Intereses:

Prestamos mucha más atención a las cosas que nos gustan y nos interesan. Por ejemplo, podemos pasar horas buscando el libro que queremos para ese momento en una librería. En cambio, pasar poco tiempo en una reunión social donde nada de lo que sucede nos interesa o nos agrade.

El interés definitivamente nos permite percibir con más detalle e involucrarnos más en la búsqueda de estímulos.

Expectativas:

Prestamos más atención a las cosas que creemos que deberíamos vivir. Es más probable que nos concentremos en los estímulos de cumplir esa expectativa e ignorar los aportes contrarios si creemos que vamos a experimentar algo.

Por ejemplo, si escuchamos que una película es lenta y aburrida, probablemente buscaremos esos estímulos. En ocasiones, la expectativa supera la realidad.

Limitaciones fisiológicas:

Las limitaciones fisiológicas incluyen limitaciones sensoriales fundamentales como la pérdida de la vista, el gusto, el olfato, la sensibilidad al tacto o la pérdida de la audición. Es decir, a veces nuestra percepción de su funcionamiento es limitada.

Sin embargo, tenemos la percepción emocional, que está relacionada con cada uno de los elementos que intervienen o forman parte de la autoestima.

Muchas veces nos preguntamos por qué elegimos una pareja específica en lugar de otra, por qué repetimos patrones de relaciones, vínculos familiares, trabajos, etc., sin saber por qué lo hacemos.

Parámetros de merecimiento que memorizamos.

Todo esto no es casual. Lo que atraemos a nuestra vida está totalmente relacionado con lo que guardamos en nuestra mente a través de los parámetros de merecimiento.

Los parámetros que se ajustan a través de nuestras experiencias están relacionados con toda la información que nuestra mente procesa y almacena.

Muchas veces, generamos profecías autocumplidas con toda esa información que almacenamos. En otras palabras, emitimos una predicción, actuamos (a veces de manera inconsciente) y hacemos que se haga realidad. Cuando esto suceda, verificamos nuestra predicción. Las profecías autocumplidas distorsionan nuestra perspectiva.

¿Cuál es el significado del "sesgo de confirmación"?

El sesgo de confirmación es nuestra tendencia a buscar evidencia que respalde lo que queremos que sea verdad. El sesgo de confirmación es nuestra tendencia a enfatizar y atender evidencias que respalden las conclusiones que favorecemos, y a la inversa, minimizar e ignorar evidencias que sean contrarias a nuestras percepciones deseadas.

¿Qué pasará si creo que me iré mal en una reunión? Me va a ir mal, ya que estoy predestinado a que suceda.

Nuestra mente y nuestras acciones actuarán en consecuencia para respaldar la creencia que se transformó en pensamiento a ejecutar al generar la creencia.

Analizar el sistema de merecimiento.

Es necesario examinar nuestro sistema de merecimiento de la siguiente manera:

Primero, el entorno en el que trabaja.
De ahí en adelante, enumera qué circunstancias o personas te causan dolor, insatisfacción o injusticia.
Una vez que lo puedas describir, debes entender que quién eligió esas personas o situaciones es la información que tienes guardada en tu sistema de creencias.

¿Cuál es la fuente de mi nivel de merecimiento? ¿Cuál es el valor que me define? Es importante investigar algunas de las creencias que cultivamos en algún momento de nuestra vida y reemplazarlas con otras que nos benefician más.

El sentimiento de no merecer se desarrolla en la infancia. Creemos una baja estimación porque creemos que no merecemos suficiente o no somos dignos. Creemos que no somos capaces de lograr algo específico, y en este caso, quebramos nuestra confianza en nosotros mismos y nuestro propio valor.

Por más pequeño que sea, podemos comenzar a desarrollar nuestro propio reconocimiento cada día. A diario, se puede repetir como un mantra:

"Tengo derecho a todo lo bueno en esta vida y disfruto de todo".

Fuentes:

Psicología y Mente, Revista Para Ti, LA NACIÓN, EL PAÍS.