8 de julio: Día Mundial de la Alergia.

Las personas con alergias suelen tener antecedentes familiares; el paciente puede tener esto último y no ser consciente de ello. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) se estima que casi 400 millones de personas padecen rinitis alérgica. De un total del 33% de la población mundial que padece alergia de algún tipo, siendo la primera, la más común.

Cuando el sistema inmunológico del cuerpo responde de manera exagerada a ciertas sustancias que son nuevas para él, se produce una alergia. Inmediatamente ocurre esta reacción y presenta síntomas que a menudo son peligrosos, como la anafilaxia, una reacción grave que incluye hipotensión y pulso débil, entre otros signos.

Es importante destacar que las alergias alimentarias están en aumento en todo el mundo, afectando a personas de todos los grupos étnicos. Esto tiene un impacto significativo en la salud mundial y se ha convertido en un problema grave que, en muchas ocasiones, requiere una intervención de emergencia debido a la gravedad del cuadro.

En este sentido, es importante tener en cuenta que una vez que se haya resuelto cualquier pequeña reacción alérgica, se debe investigar minuciosamente las comidas o bebidas que el paciente ha consumido para repasar la causa y el efecto, así como para analizar los síntomas, que pueden ser diversos. En algunas ocasiones, incluso los pacientes deben ser tratados por un alergista especializado en alergias alimentarias.

Es crucial proporcionar información sobre algunos alimentos que pueden ser alergénicos bajo estos principios:

Pescados y mariscos.

Frutos secos (maní).
Cítricos.
Vino tinto.
Huevos.
Chocolate.
Comidas que contengan determinados colorantes o conservantes.

El sistema inmunitario libera histamina al comer algunos de estos alimentos, lo que provoca una reacción alérgica. En la mayoría de los casos, los síntomas pueden incluir los siguientes:

Hinchazón (angioedema) de los párpados, la cara.
Dificultad para tragar o respirar.
Picazón de ojos y garganta.
Picazón en la piel o urticaria.
Náuseas.
Vómitos.
Desmayos o mareos.

Es fundamental realizar un diagnóstico preciso sin perder tiempo, ya que esto permite proporcionar el tratamiento adecuado según la reacción alérgica y el paciente. Pasado el cuadro agudo, también se necesita la ayuda de un nutricionista. En el mismo sentido, es crucial leer las etiquetas de los diversos alimentos, ya que de esta manera es posible evitar cualquier riesgo.

Es ideal que el especialista en alergias alimentarias guíe a la persona y a sus seres queridos y les brinde una serie de pautas para actuar en caso de emergencia, incluso antes de llegar a un centro de alta complejidad. En ese lugar, los especialistas brindarán la medicación adecuada, oxígeno y, si es necesario, la internación.

En ocasiones, hay cuadros de intolerancia y reacciones que deben distinguirse. En general, causan inflamación en los labios o la lengua, especialmente cuando se consumen frutas o verduras crudas.

El tratamiento de las alergias alimentarias puede incluir, en primer lugar, evitar comer los alimentos que causan la reacción y desensibilización, lo que implica comer una pequeña cantidad de comida cada día, siempre bajo la supervisión de un especialista.

El médico es quien instruye al paciente sobre la autoaplicación de la adrenalina, que es el medicamento que se usa en caso de urgencia. El paciente siempre debe tener conocimiento del medicamento. Posteriormente, es esencial solicitar ayuda acudiendo a la guardia médica en estos casos. Es esencial seguir monitoreando la enfermedad con un especialista a su vez.

Según los pronósticos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), actualmente hay entre 400 y 600 millones de personas en el mundo que sufren de algún tipo de alergia. Calculan que para el año 2050, la mitad de la población mundial sufrirá esta enfermedad.

Tipos de alergia.

El sitio Medline Plus de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos informa que las personas con alergias suelen ser sensibles a una variedad de cosas.

Las alergias se clasifican en diferentes tipos según el alérgeno, que es la sustancia externa que se considera dañina cuando entra en contacto con el sistema inmunológico de las personas previamente sensibilizadas a esta.

Alergias respiratorias: la rinitis alérgica y el asma son los más comunes. Se estima que 300 millones de personas tienen asma y entre el 20 y 30% de la población mundial tiene rinitis alérgica. Ambas causan alrededor de 250 mil caídas anuales, la mayoría de las cuales son prevenibles. La rinitis provoca picazón, estornudos, secreción acuosa y obstrucciones nasales, mientras que el asma causa tos frecuente, sibilancias, problemas para respirar y opresión en el pecho.

Alergias cutáneas: las reacciones alérgicas en la piel más comunes son la dermatitis atópica, de contacto y la urticaria. La atópica, que se caracteriza por sequedad y picazón en la piel, es común en la infancia. La urticaria se

presenta con ronchas pruriginosas y puede estar relacionada con un angioedema, una hinchazón localizada.

Alergias alimentarias: Aunque son más comunes en los niños, asociados con la leche de vaca y los huevos, también pueden aparecer en los adultos como reacción a la ingesta de frutos secos, pescados y mariscos. Los síntomas incluyen picazón, hinchazón de labios, náuseas y urticaria generalizada.

Alergia a medicamentos: dependencia de medicamentos. Incluyen antibióticos betalactámicos y antiinflamatorios no esteroides, que pueden ser inmediatos o tardíos.
Alergias ocupacionales: si bien no se las conoce demasiado, Zopatti explicó que son “un tipo de alergia específica de los lugares de trabajo en ciertas profesiones”. Se originan en el entorno laboral, y afectan a panaderos, personal de salud, investigadores y trabajadores de la construcción, quienes podrán presentar síntomas respiratorios como asma o rinitis o dermatológicos, como dermatitis de contacto “debido a su exposición diaria a ciertos alérgenos”, señaló el especialista.

Las alergias van de leves a severas, y la más grave, la anafilaxia, puede ser fatal.

Esta reacción puede ocurrir segundos o minutos después de estar expuesto a un alérgeno, y los síntomas incluyen erupciones en la piel, náuseas, vómitos, problemas respiratorios y shock. Puede resultar en pérdida del conocimiento o muerte si no se trata de inmediato.

Las causas más comunes de anafilaxia son alimentos, medicamentos y picaduras de insectos.

Alergias y cambio climático.

Los factores ambientales son cruciales para la expansión de este tipo de cuadros.

“El cambio climático y la contaminación ambiental son factores que contribuyen a potenciar las alergias”, afirmó un especialista del Hospital de Clínicas.
“La proliferación de ciertas plantas, hongos y bacterias, así como la presencia de polutantes y materiales particulados en el aire, determinan la aparición de procesos respiratorios, dentro de los cuales se encuentran las alergias”, precisó.

Según una publicación de la Academia Americana de Alergia, Asma e Inmunología (AAAAI), "el cambio climático afecta de manera variable la producción y la composición de las proteínas de pólenes y esporas de hongos, así como los procesos aerobiológicos como emisión, dispersión, transporte y deposición asociados con cambiantes lluvias, vientos y otros factores meteorológicos relacionados".

Según la AAAAI, las variaciones en la duración y la intensidad de las estaciones del polen tienen un impacto en enfermedades alérgicas como la rinitis, la conjuntivitis y el asma. Los niños, los ancianos y las personas con enfermedades respiratorias reactivas como el asma son los más vulnerables a estos efectos negativos.

Además, "los gases de efecto invernadero pueden causar síntomas respiratorios en las personas con asma y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), además de contribuir a la mortalidad prematura y la disminución progresiva de la función pulmonar".

Y llegaron a la conclusión: "Las inundaciones y tormentas intensas pueden causar humedad en los edificios, lo que los expone al moho". El aumento en la exposición a las esporas de moho se ha relacionado con otras enfermedades pulmonares, además de causar reacciones alérgicas.

Fuentes:

LA NACIÓN, Sociedad Argentina de Pediatría, TheMarshChannel, RevistaMSP, InformativosTvc.