5 de mayo: Día Mundial de la Celiaquía.
Según un estudio 1 de cada 167 argentinos padece esta patología, la cual tiene un solo tratamiento.
Cada 5 de mayo se conmemora el Día Internacional de la Enfermedad Celíaca, instituido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el objetivo de concientizar a la población y promover la búsqueda de soluciones para las personas que la padecen.
Entre los chicos la prevalencia es aún mayor, 1 de cada 79 niños presenta esta enfermedad, y los especialistas han detectado que los casos van en aumento constante, según las estimaciones del Ministerio de Salud de la Nación.
Los familiares de primer y segundo grado tienen una prevalencia de entre el 4% y 12%, llegando hasta el 75% en el caso de los gemelos idénticos, ya que es una afección genética. Por cada caso de celiaquía, existen entre 5 y 10 personas no diagnosticadas.
La enfermedad suele manifestarse con diarrea, caída del cabello, pérdida de peso o anemia, la patología puede presentar síntomas más severos, o bien ser asintomática.
La enfermedad celíaca es una patología sistémica, autoinmune, desencadenada por el gluten, una proteína que se encuentra de manera natural en el trigo, el centeno y la cebada, entre otros, y que afecta a individuos genéticamente predispuestos.
La avena no resulta tóxica para el 95% de las personas con enfermedad celíaca, pero si ocasiona daño en el 5%. En nuestro país no se cuenta con avena pura debido a la rotación de cultivos y a que el almacenamiento de la misma se realiza en los silos que el resto de los cereales, esto conlleva a que se contamine y deba prohibirse su consumo a personas enfermas. Los alimentos certificados que deben consumir los que padecen esta enfermedad llevan el logo “sin TACC”, en relación a trigo, avena, cebada y centeno.
El único tratamiento efectivo para esta enfermedad es mantener una alimentación libre de gluten, por lo cual es sumamente importante contar con disponibilidad de alimentos libres de gluten y por supuesto seguros.
“La presentación de la enfermedad celíaca no tiene un patrón clínico único. Puede ser monosintomática (un síntoma) u oligosintomática (varios), e incluso variar en su nivel de severidad de expresión del síntoma: intensos, leves e incluso una presentación asintomática, en la que el paciente no detecta nada anormal”, explica Constanza.
Echevarría, Licenciada en Nutrición y Profesora adjunta de la Licenciatura en Nutrición de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral.
Además, la especialista sostuvo que la diversidad de síntomas representa un desafío para los profesionales de la salud y una dificultad a la hora de realizar un diagnóstico, el paciente puede presentar distintas características clínica que pueden variar a lo largo de su vida.
“Los síntomas pueden superponerse con los síntomas del síndrome del intestino irritable; los pacientes pueden tener también manifestaciones sin síntomas gastrointestinales, o incluso pueden no presentar ningún síntoma. En la enfermedad celíaca clásica los pacientes presentan signos y síntomas de malabsorción, como diarrea, esteatorrea (diarrea por pérdida de grasas), anemia por deficiencia de hierro, pérdida de peso, alteraciones del crecimiento o malestar y fatiga, distención abdominal por hinchazón e irritabilidad y alteración del ánimo. En la enfermedad celíaca no clásica, los pacientes pueden presentar síntomas gastrointestinales inespecíficos sin signos de malabsorción o con manifestaciones extraintestinales”, agrega la Licenciada.
“Existe una gran cantidad de casos de enfermedad celíaca sin diagnóstico. Se considera que la verdadera prevalencia de la enfermedad puede ser aún mayor de lo que se cree actualmente y la tendencia va en aumento. La razón exacta de esta asociación aún no está clara, pero podría estar relacionada con factores genéticos y ambientales”, sostuvo Roxana Timo, Médica.
“El aumento de la prevalencia de la enfermedad celíaca se da por dos factores bien definidos: el consumo masivo de gluten y el componente genético de la portación de los antígenos de histocompatibilidad de clase II (HLA DQ2 o DQ8), siendo esto de gran relevancia porque sin ellos, la enfermedad no se manifiesta”, expone Rosana Maidana, Licenciada en Nutrición.
“Para el diagnóstico de la enfermedad celíaca se requiere del hallazgo de alteraciones morfológicas características en biopsias del intestino delgado, asociado a pruebas serológicas específicas positivas. Lo primero que se realiza ante la sospecha es la prueba serológica. Por ejemplo, se pueden detectar anticuerpos contra componentes de los alimentos como las proteínas del huevo, de la leche, y también del gluten (gliadinas). Se dosa en sangre como primera opción para el diagnóstico el anticuerpo antitransglutaminasa tisular de tipo IgA y un dosaje de inmunoglobulina A. Le sigue la confirmación diagnóstica que se da a través de la biopsia endoscópica. Las muestras deben ser tomadas en el bulbo duodenal y duodeno distal debido a que se sabe que el intestino delgado se lesiona en forma de parches, esto es, zonas sanas intercaladas con zonas lesionadas, y la mayor afectación se da en la primera porción del intestino delgado, es decir, en el duodeno”, explica Maidana.
“El único tratamiento para la enfermedad celíaca en la actualidad es la dieta estricta libre de gluten de por vida. Las personas que sufren esta enfermedad no deben ingerir alimentos, productos o medicamentos que contengan gluten proveniente de trigo, avena, cebada o centeno, ya que incluso pequeñas cantidades de gluten pueden ser nocivas”, destaca Echevarría.
El 70% de los pacientes detectan una mejoría de los síntomas dentro de las dos semanas posteriores al inicio de la dieta, inclusive, los niños normalizan su crecimiento y desarrollo.
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Fuente: Cocineros Argentinos, El Nueve Argentina, Infobae, Telefe Córdoba.