21 de septiembre: Día Mundial del Alzheimer.
En la actualidad, puede ser detectado 20 años antes de la aparición de los síntomas.
La proteína TAU y las beta amieloides, que se encuentran presentes en la etapa calma de esta enfermedad, pueden ser detectadas gracias a la identificación de biomarcadores o indicadores biológicos.
En la última década los criterios de detección de la enfermedad de Alzheimer han experimentado una profunda transformación, lo cual implica que es posible llegar a un diagnóstico presuntivo entre 15 y 20 años antes de que se manifiesten los primeros síntomas clínicos de pérdida de memoria, relataron los científicos en el Día Mundial.
“Lo más novedosos en materia de diagnóstico es que hoy existen biomarcadores que permiten algo surrealista, que es diagnosticar la enfermedad con certeza y precocidad antes de que suceda. Es posible retrasar ese comienzo a través de la combinación de una medicina de alta tecnología y técnicas de atención primaria, lo que redunda en una mayor sobrevida y una mayor calidad de vida”, relató el Médico Psiquiatra y decano de la Facultad de Medicina de la UBA, Dr. Ignacio Brusco.
“Los criterios diagnósticos han cambiado a nivel mundial y hoy se basan sobre todo en biomarcadores rastreables a través de estudios de imágenes o del líquido encefalorraquídeo, éstos aún no están aprobados para uso clínico por la ANMAT”, explica el Médico Neurólogo, Dr. Juan Ollari.
“Se puede hacer los estudios de biomarcadores porque están disponibles, es decir, se puede hacer una tomografía por emisión de positrones (PET) o se puede hacer una punción lumbar para determinar presencia de beta-amiloides o de la proteína TAU, pero no fueron oficialmente aprobados, creo que, por cuestiones de costos, los tienen que afrontar el paciente y son relativamente caros”, agrega Ollari.
Se continúa con el desarrollo de técnicas diagnósticas menos invasivas que la punción lumbar, la cual implica un riesgo, como por ejemplo la medición por análisis de sangre y saliva.
Según la Guía para el abordaje de personas que presentan la enfermedad de Alzheimer y otras demencias”, el Alzheimer es una enfermedad que se caracteriza por el deterioro grave de la capacidad mental en diferentes aspectos cognitivos y conductuales, con la suficiente severidad para interferir en el funcionamiento en las actividades de la vida diaria.
Las sustancias toxicas se acumulan en el cerebro, tales como las proteínas beta-amieloides y las proteínas TAU, las cuales causan que alrededor del 70% de las personas con demencia padezcan Alzheimer, una patología gradual, crónica, neurodegenerativa, incurable y terminal.
En nuestro país, cerca de 503.000 personas sufren esta enfermedad.
Con el transcurso del tiempo, los síntomas comienzan a agravarse, comenzando generalmente con la dificultad para recordar información recién aprendida, prosiguen con problemas en el uso del lenguaje y desorientación, luego llegan los cambios de humor o el comportamiento y dificultad en la toma de decisiones, para llegar a la última etapa en la que el paciente ya no pude caminar y tiene problemas de deglución.
Las condiciones genéticas y la edad adulta son los factores de riesgo más frecuentes.
“La prevalencia es de solo el 5% a los 60 años mientras que los 80 años, se da en más de la mitad de la población”, explica Brusco.
Algunos factores de riesgo son modificables como la salud cardiovascular, hipertensión, diabetes, colesterol, tabaquismo, obesidad, sedentarismo, una dieta no saludable, déficit de estimulación o de horas de sueño.
“Se ha comprobado que el ejercicio aeróbico programado de al menos 20 minutos 4 veces por semana duplica los tiempos para la evolución de la enfermedad, que la existencia de redes sociales de contención reduce 6% las probabilidades de desarrollar Alzheimer y que la pérdida auditiva las aumenta un 7%, un poco menos que el estrés y la depresión (3 o 4%), agrega el Médico.
“Hoy por hoy todos los criterios diagnósticos internacionales piden la presencia de biomarcadores porque a nivel clínico hay muchas patologías que pueden parecer un Alzheimer y no serlo; y la única posibilidad de diagnosticarlo con certeza, hasta ahora, era la anatomía patológica (cerebral, con el paciente fallecido), explica Ollari.
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Fuente: Télam, La Anónima, Teleducación, Euronews.